miércoles, 25 de septiembre de 2013

Y te vas si te nombro



  Para, respira, cierra los ojos...

  ¿Merece la pena verdad?

  Sentir como has dedicado un minuto de tu tiempo a escucharlo, a verlo y a provocarlo. Sentir como su presencia te invade y te aborda; y sin casi darte cuenta, pierdes la noción del tiempo contado en segundos pero soñados en horas. 

  Al experimentar lo que se siente la primera vez, ya sólo piensas en repetir. ¿Podré vivirlo otra vez? Y vuelves a cerrar los ojos y... ¡Ahí está! Tan pleno, tan inerte, insípido, incoloro e inherente.

  El silencio...

  Disfruto cada vez que me visita; disfruto cada vez que, este mundo loco, me deja empaparme de él. 

  Estamos en un momento en el que la Sociedad sólo piensa en el ruido. Da igual de dónde venga y cual sea su forma. Simple ruido. Llámese consumo, prisas, tiempo, dinero, problemas, enfermedades... Mundo... Todo suena. Todo chirría. Todo parece estallar. Y, la mayoría de las veces, clama y se transforma en un grito. 

  Ahí vienes tú, mi Salvador, mi canto, mi balsa. No hay mayor consuelo, ni mayor orgullo que el poderte escuchar. ¿Cómo poder transmitir la plenitud que me das? Si pudiera venderte, te regalaba y si pudiera tenerte, te donaba. Por eso te dejo mi rinconcito aquí, para poderte compartir. 

  Para, respira, cierra los ojos...



2 comentarios:

  1. Precioso este escrito Myriam,que clama por el silencio y todo lo que le rodea,la Paz,La Calma y l tranquilidad.Enhorabuena

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  2. Muchas gracias. Ojalá pudiéramos impregnarnos todos de él.

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